2 de mayo de 2025
Si tuviera que resumir la boda de Inma y Jaime en una frase sería esta: “La lluvia no pudo parar el baile”.
Llovió, y mucho. Tanto, que hubo que cambiar la ceremonia al interior de la Abadía de los Templarios. Yo pensé que aquello podría afectar a los novios, que quizá perderían un poco la ilusión, pero estaba equivocado. Ni la sonrisa ni la felicidad se borraron de sus caras. Tenían claro que querían disfrutar de su día, y lo hicieron. Vaya si lo hicieron.
Jaime se mostró tranquilo en todo momento, e Inma también. Solo la vi un poco nerviosa cuando surgió un pequeño problema con el vestido, pero ahí estaban sus amigas para solucionarlo en cuestión de minutos. Lo que más me sorprendió fue cuando me contó que ese vestido era el mismo con el que su madre se había casado. Iba preciosa.
Después del “sí, quiero”, comenzó la verdadera fiesta. Inma y Jaime son amantes de la música y de los festivales, y su boda fue exactamente eso: un auténtico festival. No faltaron la música, los bailes —muchos bailes— y las risas. Todo el mundo disfrutó de un banquete espectacular, pensado para que los invitados vivieran una experiencia inolvidable.
Yo también lo pasé en grande. Llegué sin conocer a Inma y Jaime, y me fui con la sensación de haber ganado dos amigos.
Gracias de corazón por confiar en mí para inmortalizar vuestro día.




























